No existe una manera espontánea y natural de ver las cosas, y menos en lo que respecta a las relaciones con lo divino. Todo sistema religioso en su configuración sensitiva aborda una relación particular con lo visible. No olvidemos al respecto que la Compañía de Jesús surge en una época en el que la preeminencia del oído como sentido privilegiado para las relaciones con lo divino comienza a ser sustituido por lo visual.